El día después de la contundente marcha realizada ayer, una breve crónica de lo vivido desde la intimidad particular de nuestra participación en la misma.
Llueve. Las columnas avanzan en pleno proceso de organización inicial, típico y conocido en cada movilización masiva. Esta vez es el turno de otra marcha federal convocada por la CTA Autónoma Nacional, en reclamo al acuerdo inminente por firmarse con el FMI. Por eso el punto de encuentro final es justamente el edificio del Congreso de La Nación.

La cita es a las 16 hs. Las columnas se juntan en distintos puntos cercanos para avanzar hacia el lugar indicado. Una de ellas, se abroquela, canta y despliega tan enérgica y bulliciosa que se diferencia entre el resto. Es la de nuestra organización. Bajo el UETTEL flameando bien alto al compás de la batucada, los trabajadores plantan bandera en pose de lucha. El acuerdo con el FMI amenaza nuevamente sus ya ajustados bolsillos. No quieren saber más nada con eso.

Al llegar justo al frente del Congreso, ante su fachada, el celeste y blanco de nuestra columna se entremezcla con las de otras banderas, hasta detenerse y anclar junto a la de la CTAA, pegadita a la de la CNTI. Entre la gente, asoma la figura de nuestro Secretario General, Jorge Castro, quien además, se desdobla en su rol como Secretario de Finanzas de la Central y en la Coordinación Nacional de Trabajadores/as de la Industria.

Saluda, recibe a nuestros compañeros y, ante el requerimiento de su análisis personal sobre lo que se está viviendo, accede amablemente: “la contundencia del acto se debe a que claramente la CTAA nacional y todas las organizaciones que la componemos, junto a nuestro compañero Claudio Lozano, sostenemos que la deuda que tomó Macri es una estafa y por eso la consigna de “las deudas se pagan, las estafas no. Es que si uno se pone a analizar para atrás lo que ha hecho el FMI con Argentina fue justamente eso: generar una deuda que termina hipotecando otra vez al país. Para colmo la derecha se para en un lugar que da a entender como si la deuda fuese responsabilidad de este gobierno, cuando yo mismo participé en una reunión con el presidente de la nación, Alberto Fernandez, en el mes de Noviembre pasado, en donde adelantó que se iba a pagar lo que se debía pero sin perjudicar al bolsillo de los trabajadores y trabajadoras. Hubo un giro rotundo en las políticas a llevar a cabo que claramente la terminará pagando el pueblo, y nosotros no podemos ser cómplices de hipotecar al país por las consecuencias de este acuerdo”.

El agua afloja y amaga, casi impotente por sentirse estéril, como sabiendo que su participación no servirá de nada. A la hora de una defensa frente a la amenaza de un retroceso en cuanto a los derechos laborales, no existe chance de fenómenos climatológicos que sean capaces para detenerla. Mucho menos a los nuestros, laburantes que bien saben sobre el poder desigual entre empresas millonarias y empleados descubiertos. “El ajuste ya llegó”, resalta Castro y promete ahondar en el tema finalizada la marcha.

Los oradores hacen lo suyo mientras la atención comprometida de las masas. La contundencia del acto termina por confirmar que la representación organizada en defensa de la opresión y desigualdad creciente, siempre contará con el apoyo incondicional de los y las laburantes en las bases. Por eso la euforia y militancia. Porque los nuestros, los compañeres de UETTEL, sabemos y mucho sobre la desigualdad existente al momento de negociar con menos armas para que se respeten los acuerdos entre partes.
La tarde pulsea con la irrupción temprana de la noche. La desconcentración es cansina y en orden. UETTEL arranca el retorno hacia las casas. Se pliegan las banderas, se desanda el camino mientras el día se apaga. Sin decirlo, cada uno lo hace sintiendo que no fue en vano la patriada. Que la única manera de luchar contra los poderosos, es colectiva y solidaria.

